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Reportajes


Gabriela

"La música es sagrada"


Debutó en el Festival B.A.Rock de 1972, así se convirtió en la primera mujer del rock argentino. Luego, vivió varios años en Los Angeles y grabó discos aclamados por críticos y músicos de la talla de Bill Frisell.

En una entrevista exclusiva, Gabriela recorre minuciosamente su historia.




"Desde los comienzos hasta la partida a Los Angeles"


Tener un padre diplomático le permitió vivir en lugares tan disímiles como Portugal, Turquía, Irlanda y Brasil. ¿Qué le dió musical y humanamente el contacto con esas culturas?.

Mucho, aunque de chica lo sufrí porque nunca tenía tiempo de echar raíces en algún lado que ya nos estábamos mudando hacia otro país. Viví en el campo hasta los seis años, sin televisión ni música o sea que el cambio cuando mi viejo entró a la carrera diplomática fue brutal. Los primeros sonidos musicales que escuché en mi vida fueron los del chamamé que los gauchos correntinos tocaban los domingos a la tarde en sus acordeones, luego vino el capitulo viajes, barcos, aviones, mudanzas, cambio de colegios, amigos nuevos. Pasé mí infancia y adolescencia absorbiendo distintas fuentes musicales a pesar de mi, recién de adulta pude apreciar los beneficios que esto dejó. En principio, aprendí a cantar con discos que tenían mis viejos de Miguel Aceves Mejía; de ahí probablemente vengan algunas de las inflexiones mejicanas que todos escuchan en mi canto.
Viví cuatro años en Portugal donde presencié el primer concierto de mi vida, a los nueve años: una actuación de Amalia Rodrigues. Ver a esta mujer vestida de negro, acompañada por solo dos guitarras portuguesas me impactó profundamente y creo que fue lo que me decidió a seguir este camino, a pesar de ser muy chica supe que eso era lo que quería hacer con mi vida. Luego viví dos años en Turquía, un lugar fascinantemente fuerte, despertándome todos los días a las cuatro de la mañana con el canto religioso del muezzin hasta lograr incorporarlo a mis sueños. Pasé otros dos años en Irlanda escuchando baladas de melodías memorables, cuatro años en Brasil (con toda la riqueza musical que ello implica más la fuerte influencia de Los Beatles en los años 60) y otros cuatro en Argentina participando de los comienzos del rock local, impregnándome de la música de Manal o Almendra. Por último, dieciséis años en California bajo el hechizo de ídolos como Joni Mitchell, Ry Cooder, los sonidos de la Costa Oeste y la música mejicana que es también parte del lugar. Luego, me metí de lleno en todo lo que es música del mundo (China, India, Bulgaria, Vietnam y otros tantos lugares). Todas estas vivencias hicieron que mi identidad se perdiera en muchos sentidos pero a la vez logré un perfil propio, más universal. La simbiosis para mí es algo natural, la aprendí como forma de comunicación, como defensa. Fue una manera de sentirme mas integrada al lugar en el que me tocaba vivir momentáneamente, a sus distintas culturas y diversidad.


¿Cómo era ser una jovencita y vivir sola en el efervescente París de fines de los ‘60?.

Fue una época de grandes cambios en el mundo, todo parecía posible. Paris era una fiesta, no había suficiente tiempo para vivir esa ciudad plenamente. Me recuerdo caminando horas y horas, admirando toda su belleza, yendo a conciertos, museos, parques, bares y disfrutando de la vida con todo. Fui allí a estudiar teatro y terminé trabajando en una obra de Fernando Arrabal, "El Cementerio de Automoviles", que duró dos años en cartel, de eso vivía. Aprendí un montón de esa experiencia, fue quizás uno de los períodos mas libres, felices y estimulantes de mi vida. Encima los lunes, que eran mis días de descanso, cantaba en un café, aún no había comenzado a componer ni sabia que me dedicaría a la música profesionalmente, solo hacía covers de Bob Dylan y otros autores de la época. Simplemente disfrutaba de cantar, sin ninguna presión.


Volvió al país en 1969, en una época muy convulsionada. ¿Por qué sintió la necesidad de hacerlo?.

Hay algo muy fuerte relacionado con el lugar en el cual uno nace, por eso siempre se vuelve al punto de partida, a pesar de uno mismo. No sabía cuan convulsionado estaba mi país, necesitaba el afecto de mi familia, de ciertas personas importantes en mi vida y todo eso no estaba en Paris sino en Buenos Aires.


¿Cómo se dió su conexión con el ambiente de rock local y qué sentía respecto al hecho de que grandes músicos la acompañaran en su naciente carrera?

Había empezado a componer canciones, estaba dedicada la mayor parte del día a la música. Asistí al primer Festival BA Rock en 1970 y me hice amiga de una piba (que luego desapareció como tantos otros jóvenes), ella me escuchó cantar y sugirió ir a ver a Anibal Gruart, por entonces manager de Almendra. Así lo hice: llegué, le canté un par de temas y decidimos trabajar juntos. En ese momento no se usaban abogados, asesores ni nada relacionado con el negocio, las cosas se hacían por onda y/o intuición. Fue en esa oficina, ese día, que conocí a Edelmiro Molinari con quien luego me casé, él también creyó en mi y me ayudó a convertirme en música profesional.
Con respecto al hecho de que me acompañaran grandes músicos del rock local, nunca lo viví así. Eran mis amigos con quienes tocaba, armaba recitales y grabaciones, quizás los veía con algo mas de experiencia musical que la que tenía yo pero de alguna manera estábamos todos juntos construyendo algo.


Su debut fue en B.A.Rock ante cinco mil personas. ¿Qué recuerdos tiene de ello y qué significó para usted?

En una época tan machista y convulsionada (política y socialmente) como fueron los años setenta en este país había que tener una gran mezcla de coraje e inconsciencia para debutar ante cinco mil personas en un festival de rock tan gigante en el cual todos eran hombres menos yo y donde, inevitablemente, sucedían eventos violentos ya que la gente no solo iba a escuchar música sino también a descargar mucha de la represión y bronca que sentía en ese momento.
Considero que lo mío fue un raro milagro ya que el público me aceptó instantáneamente y sin dudar, tanto es así que me pedían un bis de pie y yo no tenía mas canciones. Fue una sensación maravillosa pero algo vertiginosa ya que no estaba preparada para el lugar que me otorgó la gente, no tenía ningún plan de carrera diseñado, apenas algunas canciones y el convencimiento de que era eso lo que quería hacer.


¿Qué recuerda de la grabación de su primer LP?. ¿Cuáles son sus temas más queridos y por qué?

Recuerdo una increíble banda de rock, ansiaba con todo mi ser poder cantar como Robert Plant y en los temas rockeros lo imitaba como podía. Trabajábamos en un estudio de cuatro canales en el cual grabábamos en vivo dos o tres tomas y luego elegíamos la mejor.
Mis temas mas queridos son "Voy a dejar esta casa, papá" ya que refleja mejor que ninguno mis vivencias de esa época en que las mujeres apenas empezábamos a reclamar nuestras libertades en una sociedad machista y no permisiva como era aquella. Además, musicalmente, ese tema está tocado excelentemente bien, la banda era una aplanadora y en esa canción se nota un montón. Mi otro tema súper querido es "Es la lluvia y nada mas" pues fue el primer tema que compuse y representa una etapa mía mas suave, adolescente, llena de magia y amor.


Considerando que aquí estaba construyendo un camino musical reconocido tanto por la crítica como por el público, ¿qué motivó su ida a Los Angeles?.

Existieron un par de razones: La primera, fue que no aguantaba mas vivir con miedo ya que ser músico de rock en la Argentina de los años setenta era un peligro: nos veían como extremistas, a los que tenían el pelo largo los insultaban y les tiraban autos encima, terminabas preso sin motivos, simplemente por existir y ser diferente. En ese entonces, vivía en Vicente Lopez con Edelmiro y cada vez que pasábamos de la Capital Federal a la Provincia de Buenos Aires teníamos que bancarnos una ametralladora en las costillas y ser revisados como si fuésemos criminales, era agotador. Así fue como empecé a pensar que en algún otro lado debía haber una vida mejor, o sea no me resigné a que la vida fuese "así". La segunda razón por la cual me fui también fue importante: admiraba mucho a los músicos de la Costa Oeste de Estados Unidos en ese entonces (Joni Mitchell, Crosby, Stills y Nash, Neil Young y muchos otros) además, había oído que ese lugar era el mas amigable y libre del mundo, en el cual se vivía bajo el sol en un clima de primavera continua. Entonces, sentí la urgencia de experimentarlo en persona, no a través de revistas, discos y lo que me contaba la gente que había viajado.


¿Cómo influyó musical y humanamente su experiencia en Los Angeles?.

Musicalmente, el mayor aprendizaje que experimenté en mi vida ocurrió durante ese período. Nunca fui a tantos conciertos de diferentes estilos de música, encima muchos de ellos eran mis ídolos. Volví a sentir el tipo de asombro que siente un niño cuando ve algo por primera vez, me sentaba en teatros, clubes, bares y me dejaba impregnar por la música. Dejé de escribir y componer durante casi cuatro años, me dediqué a recibir lo que otros tenían para dar y embeberme de belleza y conocimiento. Ver a George Harrison, Joni Mitchell, La Mahavishnu Orchestra, Jackson Browne, Pink Floyd y tantos otros me cambió la cabeza para siempre.
Por otro lado, humanamente, fue maravilloso tener que hacerme de abajo otra vez ya que en la ciudad de Los Angeles no me conocían ni los perros, y eso transforma cualquier tipo de ego, que uno pueda haber adquirido a través de cierta fama, en humildad. Me hizo dar cuenta la gran diferencia que hay entre ser un artista universal y ser un artista local, ganarse un lugar de respeto en el mundo es mucho mas difícil y fuerte que hacerlo en un solo lugar. Además, me hizo mucho bien dejar de ser "la estrellita del rock" y hacer todo tipo de trabajos para sobrevivir: desde fabricas, restaurantes hasta ventas puerta a puerta. Lo que me ocurrió fue muy fuerte, por primera vez conocí el lado oscuro de la vida y eso me ayudó a escribir temas cada vez mas honestos, me conecté con el mundo real por primera vez, no solo con un costado de la historia como es el mundo de la música y sus habitantes. Me ocurrió también que a través de todos estos trabajos conocí Latinoamérica, sus distintas comidas, música, culturas ya que en Los Angeles conviven todo tipo de nacionalidades de este continente. Por otro lado, aprendí que todos los seres humanos, debajo de nuestras diferentes educaciones, lenguajes y de todas las capas en que buscamos refugio, somos iguales, solo hay que rascar un poquito y aparecen los mismos seres vulnerables y asustados en un mejicano, salvadoreño, norteamericano, alemán, argentino. Somos todos parte de este misterioso universo, a pesar de todas las fronteras que nos hemos autoimpuesto. Ese fue mi gran descubrimiento a nivel humano.


"Desde Ubale hasta la actualidad"

A través de las canciones de Ubale se respiran diferentes climas: nostalgia ("Bailar, soñar, bailar), esperanza por lo nuevo ("Todo puede cambiar"), la celebración por dar vida ("Tema para Cecilia"),añoranzas por la tierra de uno ("Me llaman los viejos vientos"), conflictos en una relación ("Que tengamos casi todo"). Entonces, ¿qué significó para usted el disco teniendo en cuenta que sus canciones reflejan sentimientos tan personales y profundos?.

Es cierto, Ubalé es quizás el disco mas personal que haya hecho, pues mas que contar historias refleja mis sentimientos y vivencias. Fue el resumen de mi experiencia en Los Angeles hasta ese momento, un disco que hice trabajando de día y grabando de noche, producido por mi a todo nivel. Un proyecto hecho a pulmón durante varios años, un ir y venir del estudio a medida que juntaba el dinero para hacerlo. Fue conocer y tocar con los mas grandes músicos del mundo como Alex Acuña, David Lindley , Robben Ford y otros no tan conocidos pero igualmente talentosos, además junté estos artistas con brillantes músicos argentinos como Pino Marrone, Gustavo Santaolalla, León Gieco y otros. Creo que fue la primera vez que ocurrió una fusión así, es un disco que tiene un sonido muy especial, típico de la Costa Oeste de aquellos tiempos con algunos elementos folklóricos nuestros. Fue maravilloso hacerlo y conservo los mejores recuerdos de toda la gente que me ayudó y trabajó en el. Además, habían pasado muchos años desde mi primer trabajo y tenía mucho para decir.


¿Cómo se dió la grabación de tu tercer álbum (Friendship) en Estocolmo en 1983?.

Fue el único que grabé en inglés y se dió una situación muy curiosa por cierto. Me había hecho muy amiga de una mujer sueca en Los Angeles. Una noche, escuchando mi música, ella me dijo que podía conseguirme un contrato discográfico en Suecia. Yo me reí y al día siguiente olvidé la conversación. Exactamente al mes estábamos en Suecia. Venía de hacer trabajos muy duros en Los Angeles y de golpe, me encontré aterrizando en el aeropuerto de Estocolmo, sentada en una limousine tomando champagne ¡como si fuera un Rolling Stone!. Fui con otro argentino que produjo el álbum, Daniel Goldberg, un gran músico y compositor. Lo hicimos con músicos suecos de primer nivel, Daniel hizo arreglos para cuerdas muy inspirados, minimalistas, y le dió un brillo nuevo a mi música. Pasamos un mes en Suecia grabando en un estudio de lujo, viviendo en una casa alucinante en un bosque nevado, fue todo como un sueño, pasó volando y de golpe volví a aterrizar en mi vida de Los Angeles. Hasta el día de hoy me pregunto si ese mes realmente existió.


En 1987 retornó al país. ¿Cómo fue la vuelta luego de tantos años de ausencia?

Regresé con Pino (*) y Cecilia, mi hija, a Buenos Aires. Fue muy dura la vuelta, quizás porque al ser del extremo sur del mundo, tenemos una mentalidad muy isleña y nada nos importa excepto lo que ocurre localmente. Estaba ilusionada con compartir todas mis vivencias con amigos y compañeros músicos pero de a poco me fui dando cuenta que a nadie le interesaba lo que tenía para ofrecer y me encerré en mi casa.
A fines de 1989 nos volvimos a Los Angeles pues fue una época en la cual Pino tenía allí trabajos muy copados (grabó con Dianne Reeves, Joe Diorio, escribió música para series de TV dirigidas por David Lynch y enseñó en la escuela de guitarra mas prestigiosa del mundo, G.I.T.). En 1992 retornamos al país definitivamente, aunque ambos seguimos trabajando en el extranjero. De a poco me fui haciendo nuevos amigos y desprendiéndome de mi pasado aquí. Sin duda, los cambios acarrean dolor, pasó mucho tiempo hasta que dejé de extrañar mi vida y mis amigos de Los Angeles pero, finalmente, me di cuenta que lo que extrañaba de la Argentina viviendo afuera no existía mas. Recién ahí logré armarme un nuevo mundo acá y ahora me siento muy bien y en casa nuevamente.


¿Qué opinión tiene de su disco Altas Planicies?

Es una joyita muy especial y estuvo, de alguna manera, adelantado a su tiempo, se convirtió en un disco de culto, con muchos fans y adictos. Este trabajo fue un nuevo tipo de búsqueda para mí, se ubicó fuera del mainstream del pop/rock/ folk, fue mas experimental, canciones con formas e instrumentaciones inusuales, influenciadas por cierta estética minimalista y resonancias sudamericanas. "Altas Planicies" contiene también una explosiva fusión de músicos como Lindley, Acuña y Pino Marrone mas la participación de artistas como Dino Saluzzi y Pedro Aznar entre otros. Me encantaría volver a editarlo algún día.


¿Cómo surgió el contacto con Bill Frisell?

En 1995 estaba en el medio de una búsqueda musical a nivel compositivo y Pino me hizo escuchar un tema de Frisell llamado "Rambler" que sonaba a algo compuesto y tocado por mariachis de Marte, instantáneamente me enamoré de ese tema y decidí que quería cantarlo. Fue así como me inspiré y en una noche escribí una letra sobre la melodía de Frisell, la titulé "Tren de la Medianoche", lo puse en un sobre junto a una copia de "Altas Planicies" y lo envié por correo a su manager solo para ver si Frisell me otorgaba el permiso para grabar esa composición en mi próximo álbum. No tuve tiempo de nada porque a menos de un mes apareció un largo fax de Frisell en casa expresándome su entusiasmo por mi música y proponiéndome que hiciéramos algo juntos. Le pasó mi música a su productor y a los seis meses me encontré grabando "Detras del Sol" en San Francisco para el prestigioso sello alemán Intuition.
Fue un flash total y uno de los mejores momentos de mi vida, la revista estadounidense Acoustic Guitar denominó mi unión con Frisell como "la colaboración mas fortuita y memorable de los años 90". Con un sonido íntimo, capturado en vivo en el estudio, grabamos con este original grupo formado por: Frisell en guitarra, Alex Acuña en batería y músicos de la escena de vanguardia de San Francisco como Eyvind Kang en violín, Rob Burger (Tin Hat Trio en acordeón y Bill Douglass en contrabajo. Hicimos el disco en vivo en menos de una semana, una experiencia vertiginosa para mi ya que estaba acostumbrada a grabar durante períodos extensos de tiempo, volviendo al estudio cuando algo no me cerraba, mezclando temas nuevamente, etc. En cambio, este álbum fue hecho como se hacen la mayoría de los álbumes de jazz: cantando y tocando todos al mismo tiempo, en realidad volví al punto de partida ya que fue así como grabé mi primer álbum.
"Detrás del Sol" fue todo magia, vida, espontaneidad, improvisación y felicidad, eso quedó registrado en la música. El disco salió elegido como uno de los diez mejores de la década por la revista Acoustic Guitar Magazine, ganó un prestigioso premio en Alemania otorgado por la prensa, el Deutschen Schallplattenkritik, y fue el que me llevó al segundo disco que hicimos con Frisell, "Viento Rojo".


El dolor de la despedida

En el tema "Mamá, Mercurio ha venido por mí" se respira cierto aire folklórico con unos increíbles arreglos de cuerdas. ¿Cómo tomó la ortodoxia rockera de la época esa combinación?.

Buena pregunta, pero no tengo la respuesta porque me fui a vivir a California tres meses después de la grabación de ese simple. Nunca supe cual fue la reacción de la ortodoxia rockera y, sinceramente, tampoco me importó demasiado. Lo que sí puedo decir es que fue maravilloso trabajar con Rodolfo Alchourrón ya que le llevé el tipo de arreglo de cuerdas que quería (con cierto movimiento rítmico que tirase para adelante) y él lo interpretó maravillosamente.

Además, cantar en esa sesión fue muy fuerte pues uno de mis seres favoritos en esta tierra (mi abuela materna) había muerto el día anterior y no pude ir a su entierro esa mañana porque significaba cancelar toda la grabación: Las cuerdas, los músicos, etc. Así que decidí despedir a mi abuela cantándole ese tema.

Fue un momento de conexión súper especial para mi, nadie supo esta anécdota el día de la grabación pero yo lo noto en la manera en que canto la canción. También recuerdo al maravilloso "Chango" Farías Gomez, el entusiasmo y swing con que tocó el bombo y a Billy Bond que produjo este tema y con quien trabajé muy cómodamente, no aparecía su "personalidad de La Pesada" en el rol de productor, era gentil, suave y estaba totalmente entregado a su tarea de esa mañana.

¿Cómo fue la concepción de ese trabajo?

Quería un nuevo desafío: música sin batería o percusión, algo flotante, que nunca pisara la tierra. Además, moría por tocar con cuerdas desde hacia mucho tiempo. Se me ocurrió una instrumentación que consistió en violín, cello, guitarra y contrabajo. Le pregunté a Bill si estaría dispuesto a hacer los arreglos para Viento Rojo y aceptó, el resultado fue realmente maravilloso. Este es un disco delicado e intimo pero a la vez potente y con mucho vuelo, con un feeling de música de cámara. Logramos crear un ambiente misterioso y de mucho bienestar. Trabajé, nuevamente, con músicos de primer nivel que llevaron mi música a un lugar celestial: Frisell en guitarra, Viktor Krauss en contrabajo, Jenny Scheinman en violín y Eric Longsworth en cello. Fue una experiencia totalmente nueva que me transportó a otra planicie musical de la cual aún no volví.


En Viento Rojo hay composiciones firmadas por la dupla Gabriela/Frisell. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar compositivamente con él?.

Fue maravilloso, un gran aprendizaje ya que tuve que trabajar de una manera diferente a la acostumbrada, acomodando mis palabras y sílabas a las melodías de Frisell que ya venían compuestas y al ritmo interno de su música. De algún modo, me sentí menos libre que cuando compongo mi propia música pero los resultados fueron precisos y tuvieron un vuelo diferente, aparte dejarme llevar poéticamente por lo que la música ya compuesta me sugería resultó todo un viaje lleno de matices y colores desconocidos. Fue un desafio y un gran honor que un músico de la talla de Frisell me entregara su música confiando en mi mente e intuición. Los dos nos quedábamos como niños sorprendidos cada vez que una de esas canciones tomaba forma y lográbamos documentarlas.


¿Por qué no son más frecuentes sus presentaciones en vivo?

Es muy simple, porque no encuentro suficientes músicos o promotores que se interesen en mi propuesta musical. Me cuesta mucho ser música, manager, publicitaria, todo. Por eso es que mis presentaciones se dan cuando se puede.
Entre el 2003 y 2004 tuve la suerte de encontrar un par de músicos excelentes que estuvieron conmigo incondicionalmente (la violinista estadounidense Christine Brebes, Wenchi Lazo, que es guitarrista pero se transformó en bajista para tocar en esta banda) mas la ayuda y presencia de Pino Marrone, que es un guitarrista exquisito, único que formó y dirigió esta banda con mucha maestría, esto me dió la oportunidad de mostrar mi música nuevamente al público argentino. Tuve un recibimiento que me tocó mucho, apareció gente de todas las épocas y público que me conoció a través de mis trabajos con Frisell.

En los últimos años también hice presentaciones en Estados Unidos y Canada. En el 2003 viajamos a Los Angeles con Pino y dimos un concierto maravilloso en el Skirball Center, uno de los centros culturales mas importantes de ese país, tocamos junto a dos leyendas: Alex Acuña en percusión y Abraham Laboriel en bajo, también su unió a nosotros uno de los violinistas mas talentosos que existen hoy, Jesse Zubot de Vancouver, Canadá. En el año 2004 viajamos a Canada y tuvimos la oportunidad de tocar en los mas prestigiosos festivales de jazz del mundo como los de Montreal, Vancouver y Ottawa, con músicos de nivel mundial como Viktor Krauss en contrabajo (que también toca con Frisell) y, nuevamente, Jesse Zubot en violín. Realmente me siento privilegiada de haber podido vivir esas experiencias, fue como recibir un premio o algo así.


A lo largo de todos estos años de carrera, y a manera de reflexión, ¿qué siente que le dió la música y qué siente que le quitó?

Buena pregunta, la contesto en presente. La música me permite conectarme con la vida, crear, crecer, explorar los rincones mas profundos y secretos de mi ser. ¿Que me quita?, muchas veces energía y me produce dolor ya que el camino esta lleno de obstáculos y no te valida de acuerdo a tus necesidades, es una lucha diaria que por épocas se vuelve devastadora. Así y todo ,hoy en día, logro separar la música del "negocio" y eso me hace sentir mucho mas sana y en paz conmigo misma. La música es sagrada, no cabe duda, lo demás viene después y trato de verlo como irrelevante.


Nota: Gabriel Martín Cócaro Fotos: www.gabrielamusic.net



* Pino Marrone: Guitarrista de Crucis, mítico grupo argentino de los años '70 y marido de Gabriela.




 








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